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Atribuyen maravedís hallados en el dolmen de Menga al mercadeo con el agua del pozo

Atribuyen maravedís hallados en el dolmen de Menga al mercadeo con el agua del pozo

Un estudio promovido por miembros de las universidades de Sevilla, Granada, Complutense de Madrid y Durham (Reino Unido) y por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre las 7 monedas de los siglos XVI, XVII y XX descubiertas en 2005 durante una intervención arqueológica acometida en el dolmen de Menga, situado en Antequera (Málaga), sugiere que los maravedís de los siglos XVI y XVII hallados en tal enclave estarían conectados con actividades «mercantiles» con el agua del pozo que corona este conocido megalito.

Este trabajo, titulado «Las monedas del dolmen de Menga«, está firmado por Leonardo García Sanjuán, Mark Hunt y Coronada Mora Molina (Universidad de Sevilla), Mercedes Murillo-Barroso (Universidad de Granada), José María de Francisco Olmos (Universidad Complutense de la capital española), Marta Díaz-Guardamino Uribe (Universidad de Durham, R. Unido) e Ignacio Montero Ruiz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

La investigación versa sobre las siete monedas rescatadas en 2005 del subsuelo del dolmen de Menga, caracterizado por sus impresionantes losas y buque insignia del conjunto arqueológico de los dólmenes de Antequera, declarado como Patrimonio Mundial en 2016 por la Unesco.

Maravedíes en el Dolmen de Menga

Se trata, más al detalle, de una moneda de cuatro maravedís «acuñada desde época de Carlos I hasta a 1566 a nombre de los Reyes Católicos», otra pieza asimismo de cuatro maravedís de la temporada del rey Felipe III acuñada «seguramente» entre mil seiscientos dieciocho y 1619; una tercera moneda de 8 maravedís acuñada entre mil seiscientos dos y 1626 y una cuarta «moneda frustra» o bien irreconocible «en la que no se aprecian indicios de los tipos o bien leyendas» a cargo de su estado, sobre la cual pesa la posibilidad de que se trate asimismo de un numo de ocho maravedís acuñado entre 1602 y 1626.

Las tres restantes monedas pertenecen a la era moderna, tratándose de «una pieza de 5 céntimos de peseta acuñada en 1941 y 2 «pesetas rubias» con la efigie del rey Juan Carlos I de las emitidas entre 1976 y 1980.

Tras un prolijo análisis científico de cada una de estas monedas y una exposición sobre el contexto histórico de las mismas, estos investigadores llegan a la conclusión de que la presencia de las citadas piezas del siglo XX en el enclave del dolmen de Menga «puede explicarse de forma fácil por la actividad de conservación, protección y estudio» de dicho monumento megalítico a lo largo de la pasada centuria, «muy especialmente por las visitas que empezó a percibir desde el instante en que a principios de la década de 1940 se llevase a cabo su restauración».

«Un hallazgo bastante más raro»

En cuanto a las sobrantes monedas, los 3 convocados maravedís y la «moneda frustra» tal vez similar a las precedentes, los autores de este trabajo apuntan que sí constituyen «un descubrimiento bastante más extraño, puesto que no es habitual que en un mismo monumento prehistórico aparezcan varias monedas con un perfil monetario y cronológico tan definido».

Al punto, los estudiosos recuerdan que las excavaciones arqueológicas acometidas en dos mil cinco en el ambiente del dolmen de Menga depararon además de esto la recuperación de «una importante cantidad de cerámica coetánea de dichas monedas» y relacionada con «recipientes de mesa, empleo doméstico y cocina».

Estos restos de porcelana y las monedas en cuestión «sugieren una actividad bastante regular en el dolmen y su entorno en los siglos XVI y XVII» de la era actual, razonan estos expertos, exponiendo que «la presencia de las monedas podría haber tenido hipotéticamente su origen en la actividad familiar y ganadera que tuvo lugar en el entorno en esa temporada»; o bien podría derivar de «transacciones con el agua del pozo» descubierto dentro de esta construcción megalítica.

Con respecto a esta segunda hipótesis, los estudiosos apuntan las monedas de cuatro y 8 maravedís acuñadas en los siglos XVI y XVII, pues a esos mismos siglos corresponden «un fragmento de jarro», vasija usada en esa época para el acarreo de agua, y «múltiples fragmentos de alcarrazas», esto es «pequeños jarros o bien jarras usados en ese tiempo para sostener y servir agua».

El papel del pozo

Esgrimiendo ahora diferentes documentos históricos de los siglos XVI y XVII con menciones a la «cueva» de Menga, los promotores de este estudio argumentan que, puesto que en tales siglos «el dolmen de Menga era muy conocido, no es descartable que el pozo estuviese en uso, como prueba la cronología radiocarbónica de su relleno, que sitúa su amortización definitiva en la primera mitad del siglo XVIII».

Por último, los autores de este estudio se fijan en un artículo publicado en mil ochocientos setenta y cuatro por el versista y erudito Trinidad de Rojas, acerca del hallazgo «entre las primeras capas del profundo pozo» del dolmen de Menga de «algunas monedas árabes y romanas y ramplonas herramientas de picapedrero».

«Si se da crédito a la referencia de Trinidad de Rojas, las monedas de los siglos XVI y XVII halladas en la excavación de 2005 podrían no ser en absoluto un descubrimiento ‘aleatorio’ o bien ‘casual’, sino más bien el resultado de las actividades que a lo largo de siglos se desarrollaron en el monumento y su ambiente y que pudieron, en parte al menos, haber tenido un sentido mercantil, con transacciones que implicaban, quizás, la adquisición y el consumo del propio agua del pozo», concluyen estos investigadores.

Fuente: Europa Press