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Granada desarrolla unas vigas de madera que impulsarán la economía verde

Granada desarrolla unas vigas de madera que impulsarán la economía verde

Europa Press. Estudiosos de la Universidad de Granada (UGR) han desarrollado exitosamente diferentes prototipos de 2 metros de largo de vigas laminadas encoladas de madera de álamo con tejidos de fibra de carbono embebidos entre las tablas de madera, en lo que puede suponer un paso más en el impulso de la economía verde.

El trabajo, desarrollado por miembros del conjunto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Edificación y los departamentos de Construcciones Arquitectónicas, Física Aplicada y Mecánica de Estructuras de la Escuela de Ingeniería de Edificación, se enmarca en las actividades de un proyecto financiado por el Plan Nacional I+D+i, conforme ha informado la UGR en una nota.

A lo largo de décadas, la construcción en Granada ha dado la espalda a un recurso local apreciadísimo en otros países y que en su día probó sobradamente su valía para empleo estructural: la madera de álamo.

La madera técnica estructural, representada en su más clara expresión por la madera laminada encolada ofrece no obstante una gran ocasión de cara al desarrollo de una industria de cercanía al servicio de una construcción dirigida a: 0 restos, consumo energético prácticamente nulo, empleo de productos de cercanía y máximo secuestro de carbono.

Las Vegas de la provincia de Granada y sus alamedas, como seña cultural de nuestro territorio a lo largo de más de un siglo, son la materia prima ideal para esto. Anteriormente y en buena medida todavía en el presente, se ha utilizado madera serrada de los leños de árbol, como vigas y pilares para forjados y cubiertas.

No obstante, las vigas y pilares de madera aserrada poseen los abundantes defectos de la madera como material biológico, y suponen un menor aprovechamiento forestal. En la actualidad no obstante, la construcción con madera en Europa y España ha apostado meridianamente por los productos industriales de madera técnica elaborados uniendo pequeñas tablas o bien chapas de madera unidas entre sí por uniones dentadas y colas estructurales.

Con esto se logra un producto con mejores propiedades mecánicas al quitar los grandes defectos, y favorece un mayor aprovechamiento del leño, dando de esta forma ocasión asimismo a especies en las que siendo de desarrollo veloz como el álamo, generan leños de menor diámetro. Utilizando esta tecnología, en la actualidad hay un bum de construcción con madera laminada y contralaminada en España y Europa.

No obstante, la mayor parte de esta madera técnica se realiza en Austria y otros países próximos utilizando madera extraída de los Alpes y los Cárpatos. Una mínima parte se realiza con madera de pino radiata y pino silvestre en el norte de España, poniendo «en cuestión las ventajas ambientales por el alto costo ambiental que supone su transporte y no produciendo una industria local».

Lo idóneo es que la madera técnica se manufacture en factorías próximas a las edificaciones de empleo, y utilizando materia prima de proximidad. El álamo, como motor de una bioeconomía local baja en carbono, tal como dejó claro el documento ‘Beneficios de la bioeconomía del álamo en Granada’, desarrollado por el Consejo Social de la UGR, ha sido de forma tradicional considerado como una especie que, «por su desarrollo tan veloz, tiene bajas propiedades mecánicas».

Por tal razón, este conjunto estudioso sigue diferentes estrategias tecnológicas para mejorarlo y poner en valor su madera a través de el desarrollo de productos de madera técnica de álamo. La primera estrategia que se ha seguido ha sido incluir en su fabricación tejidos de fibra de carbono típicamente utilizados en la industria aeronáutica, los que le proporcionan un relevante refuerzo de sus propiedades mecánicas.

Los estudiosos han probado que es posible prosperar la rigidez de las vigas laminadas de álamo entre un 5 y un cuarenta y cuatro por ciento, en dependencia de la cantidad, tipo y localización de la fibra de carbono.

En el proyecto se ha utilizado como materia prima la madera de álamo del clon I-doscientos catorce extraída de una plantación de 9 años ubicada en la Vega de Granada, en una finca experimental propiedad del catedrático de Ecología de la UGR Jorge Castro, gestionada por la estudiosa María Ripoll, del Ifapa, y cuya plantación, desarrollo y producción de madera han sido analizadas a nivel científico a lo largo de sus años de vida.