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Málaga rinde homenaje a Ibn Gabirol, considerado el ‘Platón judío’

Ibn Gabirol o Avicebrón

ABN / Redacción. Antes de que en el siglo XIX naciera en Málaga Pablo Ruiz Picasso,
puede afirmarse que Ibn Gabirol fue el primer malagueño universal, autor de una obra que pervive hasta nuestros tiempos a través de su obra poética y filosófica de especial trascendencia y de su aportación a la liturgia judía.

Ibn Gabirol (Málaga, c. 1020 – Valencia, c. 1058), y cuyo nombre completo es Salomon Ben Yehudah Ibn Gabirol, fue conocido en el ámbito musulmán como Sulaymān ibn Yaḥyà ibn Ŷabīrūl y en el cristiano como Avicebrón, tres versiones que reflejan cuán significativa fue su contribución para las tres culturas de la España medieval.

Como indica el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, Ibn Gabirol “nació en Málaga y era descendiente de una familia cordobesa, según se deduce del sobrenombre al-qurðubÌ que le atribuye algún autor posterior. Él solía firmar sus poemas con acrósticos en los que a veces hacía figurar el gentilicio malaqÌ, “el malagueño”.

Fue en Málaga donde se estableció con su familia tras abandonar Córdoba debido a las revueltas que acabaron con el califato omeya. Siendo aún niño —o quizá ya joven, si se tiene en cuenta una de sus poesías, ‘Al salir de al-Andalus’, escrita tal vez al marcharse de Málaga, en cuyo caso debía ser ya un joven algo crecido—, su familia se trasladó a Zaragoza, en la que existía una muy importante comunidad judía.”

Fue en Zaragoza, en un riquísimo ambiente cultural, con la presencia de
intelectuales judíos emigrados de al-Andalus, donde Ibn Gabirol se formó tanto
en las ciencias como en las letras, pasando a dominar, junto al hebreo nativo,
la lengua árabe. En 1039, a consecuencia de la revuelta que acabaría con la vida de su mecenas Yequtiel ibn Hasan, funcionario judío de la corte del rey alMundir II de la taifa zaragozana, se vio forzado a dejar la ciudad aragonesa en 1045, deambulando por la península bajo la protección de Semuel ibn Nagrella, judío visir de la taifa nazarí de Granada, acabando sus días en Valencia en 1058.

Su vida no alcanzó mucho más de las tres décadas. En todo caso, no necesitó mucho más para ser considerado por algunos especialistas como ‘el Platón judío’ e incluso como ‘el más filosófico de entre los escritores judíos y árabes’. Entre sus obras destacan Fuente de la vida, sobre el origen y la constitución de los seres, y de Selección de perlas, centón de máximas morales en árabe.

Poco se sabe de su vida, de los datos precisos, pero es mucho lo que se conoce de él por sus escritos, en los que no faltan las confesiones autobiográficas. Así, se sabe que una enfermedad de la piel le hizo rehuir el trato social, que fue pobre y que su carácter era pesimista y a veces irascible, a la vez que el sarcasmo y la amargura eran unos de sus rasgos que más resaltaban en su persona.

Este pensador amargo, y en un ejercicio de ironía que le hubiese agradado, fue después de muerto extremadamente dulce, al decir de la leyenda, apócrifa, que sobre su muerte se difundió. Según esta historia, fue asesinado por un rival envidioso de su don poético, que lo enterró bajo una higuera en Valencia. Los frutos del árbol pasaron a tener tal dulzor que se excavó a sus pies para buscar la causa, encontrándose el cuerpo del malagueño sepultado como explicación.

Como filósofo fue entre los cristianos donde sus ideas recibieron mejor acogida, siendo admirado y seguido por los franciscanos y duramente criticado por los dominicos. Como poeta, usó la métrica del árabe con el idioma hebreo en su poesía secular, mientras que en la poesía religiosa renovó el idioma con tal acierto que sus versos sagrados se han incorporado a la liturgia judía.

El alcance de sus méritos como poeta y pensador, en su peculiar adaptación del neoplatonismo para ser asumido desde postulados musulmanes y cristianos, llevan a que se le identifique como el más grande neoplatónico de la tradición filosófica medieval árabe e incluso como el más grande poeta medieval hebreo.

Hay pocas ocasiones en las que la ciudad de Málaga puede celebrar una gran efeméride cultural como esta y desde luego los mil años del nacimiento de Ibn Gabirol es una de ellas.