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La importancia del matrimonio

La importancia del matrimonio

Jesús Durnes. El pasado 9 de julio contraje matrimonio con la que es ahora mi mujer, y empezamos juntos una nueva etapa en nuestras vidas, llena de retos y proyectos que hemos ido perfilando durante el noviazgo. El conocer tan de cerca esta realidad dentro del ámbito matrimonial en la sociedad española, ayuda a trabajar la relación aún más día a día, ya que cada vez es más sorprendente la cantidad de matrimonios, sobre todo los formados por jóvenes, que dan por finalizado el mismo sin que haya transcurrido apenas tiempo desde que prestaron un consentimiento matrimonial que es para toda la vida.

Precisamente es en el presente mes de septiembre cuando nos llegan más clientes al despacho buscando la separación, divorcio o incluso que quieren solicitar la nulidad canónica frente al Tribunal Eclesiástico correspondiente.

El significado de que todo esto ocurra en septiembre, entiendo que se debe a que es la época del año cuando pasamos más horas de convivencia, donde se presentan situaciones que durante todo el año no estamos acostumbrados a vivir y que no siempre son fáciles de manejar.

La vida en familia no es fácil

La convivencia entre dos personas no es fácil, cada uno tiene sus costumbres, su estilo de vida, sus aficiones y hobbies. Se pasa a una nueva fase donde ahora ya se empieza a compartir la vida con la otra persona, y hay que renunciar a muchos de los planes que antes hacías, sacrificando muchas cosas, y, sobre todo, haciendo vida en familia.

El principal problema que encuentro en estos matrimonios que quieren separarse, divorciarse o solicitar la nulidad, es que ya no hay ilusión en trabajar la relación ni predisposición a sacrificarse por la otra persona. Se prioriza siempre el bienestar propio y ya luego se busca el de la otra persona, y siempre se ponen condiciones, sin que la donación o entrega sea gratuita. Parece que vivimos en una sociedad, donde prima antes el “yo” que el “nosotros”, y con el paso del tiempo en la vida matrimonial, los problemas pasan de ser un cubito de hielo, a una bola de nieve de 200 kilogramos. Es evidente que hay muchos casos diferentes, y nunca hay que generalizar, pero ahora que empezamos un nuevo curso, hay que intentar ser realistas y mejorar, tanto de forma individual como de cara a nuestra familia, dando la importancia que se merece al matrimonio.

Como he dicho antes, hay muchos casos diversos. Puede darse la situación donde uno de los contrayentes diera el “sí quiero” sin que éste sea para toda la vida, mientras que la otra persona lo haya hecho con esa intención. Esto se descubre con numerosos hechos e indicios a lo largo del mismo, y esta circunstancia puede ser causa suficiente para que el matrimonio pueda declararse nulo.

Amar la imperfección

La conclusión a la que llego con todo esto es la necesidad de dar una importancia suprema al matrimonio, a lo que éste significa, con mucha paciencia, amor y cariño, trabajando en ello diariamente sin desanimarnos ni abandonar. También es muy necesario en la mayoría de las ocasiones apoyarse en terceras personas si se necesita, profesionales o no. Nadie es perfecto, pero en querer esta imperfección es donde reluce el verdadero amor por la otra persona y donde se refleja la seriedad del consentimiento matrimonial que prestó el día de la boda.

Todo esto puede servir para cualquier matrimonio, civil o canónico, sobre todo cuando se haya tomado dicha decisión con la madurez y reflexión que el mismo matrimonio exige.

Os dejo una de mis frases favoritas de Santa Teresa de Calcuta:

“La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias”.