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Baeza dedica una escultura al gran artista del Renacimiento Gaspar Becerra

Baeza dedica una escultura al gran artista del Renacimiento Gaspar Becerra

La localidad jiennense de Baeza rinde homenaje a uno de sus hijos ilustres con una escultura del escultor y pintor Gaspar Becerra, que se ha instalado en el pasaje Cardenal Benavides, muy cerca del Ayuntamiento, con motivo del quinto centenario del nacimiento de uno de los grandes artistas del Renacimiento de España, que se memoró en 2020.

La regidora, Lola Marín, y el presidente de la Diputación, Francisco Reyes, han participado esta semana en la inauguración de esta obra. «Baeza salda una deuda con un ilustre baezano, Gaspar Becerra, que se trasladó a Roma y bajo la repercusión de Miguel Ángel adquirió esa formación que le permitió convertirse en uno de los más importantes pintores y escultores manieristas de nuestro país», ha destacado este último.

La escultura, financiada por la Administración provincial, ha sido realizada en bronce por Antonio Pérez Almahano y se suma a otras muy fotografiadas por baezanos y turistas como la de Antonio Machado. Reyes ha explicado que esta estatua y el programa de actividades que se había previsto con motivo del quinto centenario se ha visto perjudicado por la pandemia de covid-19.

Figura destacada

Gaspar Becerra nació en Baeza en 1520 en el seno de una familia de artistas de segunda fila. Sin embargo, se transformó en una de las personalidades más importantes del panorama artístico español del último tercio del siglo XVI. Muy joven se trasladó a Roma, donde se formó bajo la repercusión de Miguel Ángel, al que conoció colaborando con Vasari y Daniele de Volterra en obras de importancia.

En la década de 1540 participó en la decoración del palacio de la Cancillería y en una de las capillas de la iglesia de la Trinidad de los Montes de Roma. Tras radicar veinte años en la capital italiana, retornó a España y se transformó en el artista de mayor estimación.

En la Catedral de Astorga dejó una de sus grandes obras, el retablo mayor, y en 1562 pasó al servicio del rey Felipe II, para quien pintó en el Alcázar y en el Palacio de El Pardo y la capital española. Los únicos frescos de su mano que se conservan hoy día, fechados hacia 1563, decoran una de las torres del palacio de El Pardo. A pesar de su éxito, son muy pocas las obras que han llegado hasta la actualidad, pues muchas de ellas desaparecieron en trágicos incendios.

Fuente: Europa Press