Paco Canovaca. Continuamente, vas dejando huella en la relación con los demás,. Está en ti la posibilidad de gestionarla para ganar influencia en tus relaciones y así acercarte a los resultados que te propones. Para ello, sueles emplear herramientas emocionales que, si no gestionas adecuadamente, te van a generar un desgaste, provocándote estrés e insatisfacción. Me estoy refiriendo a tu AUTOEXIGENCIA, que a veces, puede interrumpir tu fluir auténtico y desencadenarte angustia.
La autoexigencia surge a partir de la relación con nosotros mismos, y se puede llegar a convertir en perniciosa dependiendo de cómo me percibo, cómo me hablo, cómo me trato… Desde mi punto de vista, la autoexigencia gestionada con naturalidad es un valor que te acerca hacia cotas mayores, hacia la excelencia en tus capacidades. Pero, por el contrario, si la autoexigencia te conduce a exigirte una perfección inexistente, y en todo caso innecesaria, te llevará a la angustia y casi al vacío existencial.
Es evidente que todo esto se soporta en las creencias, los valores y la cultura adquirida que condicionan nuestra forma de percibir el mundo. Y, claro, resulta muy sencillo no cuestionar dichas creencias y valores. Sin embargo, todo está muy bien hasta que analizamos los resultados y nos damos cuenta de que no son los que buscábamos. Por otra parte, suele ocurrir que mi forma de ser ante los demás es mucho más permisiva y flexible que conmigo mismo. Es como si no nos diésemos ese permiso de explorar nuevos caminos que sí otorgamos a los demás.
Revisión de “estándares introyectados”
En este punto marco distancia y te digo que, si vives continuamente en tus “debes” adquiridos o impuestos desde el exterior, es posible que acabes no distinguiendo cuáles son tus deseos auténticos. Te recomiendo que cuestiones tus “estándares introyectados” antes de que toda la relación contigo mismo se realice desde ellos y, en lugar de hacerte crecer, tu autoexigencia se convierta en generadora de rabia y angustia.
Y me dirás, muy bien, ¿pero esto cómo se consigue?. Pues vamos a reformular ciertos introyectos:
- Ser perfecto: permítete no ser siempre el mejor, incluso permítete equivocarte. Con esa actitud estás aportando mucho a los demás.
- Ser el más fuerte: date permiso para no aguantar más que nadie, expresa tus emociones y pide ayuda cuando la necesites.
- Ser eficiente: permítete derechos y no sólo obligaciones.
- Ser fantástico: te pregunto, ¿y tus necesidades más auténticas? Además de cubrir continuamente las de los demás, date permiso para satisfacer las tuyas. En este punto, y siendo lo que superficialmente podría verse como egoísta, estás sin duda mejorando la relación con los demás y aportando mucho más.
Para que tu autoexigencia te conduzca hacia los resultados que buscas te recomiendo las “5 Nos”:
- No justifiques la consecución de tus objetivos por cuestiones externas. Algún mérito habrás tenido tú.
- No minimices tus logros comparándolos con otras informaciones para quitarles importancia.
- No devalúes tu éxito tomando como referencia que se puedan presentar algunos fallos.
- No te paralices debido a tu exagerada auto demanda.
- No dejes de reconocer tus logros, no los anules.
La relación que te propongo con tu autoexigencia consiste en reencuadrar el “nunca es suficiente” con el “todo es válido”. Valora tu esfuerzo, tu dedicación, tu entrega y tu amor, porque desde el exterior te aseguro que todos los advertimos.
Acéptate tal como eres
Además, relájate, deja de empujar el río, ya es tiempo de dejar fluir la corriente. Descubre la autenticidad de ese camino que has emprendido y saborea la vida de forma más plácida y serena. Resignifica y date permiso para vivir en otras emociones que te provoquen resultados más placenteros.
Pasa del vacío estéril al vacío fértil, acéptate tal como eres y encontrarás la calma necesaria para vivir aquí y ahora; el camino lo habrás acortado y será tu esfuerzo, tu trabajo y tu perseverancia los valores que forjen tus resultados. Cuando reconozcas tus necesidades auténticas te percatarás del sentido de tu existencia y del valor que tiene las decisiones que has tomado y que conducen a satisfacer esas necesidades.
En definitiva, usa tu autoexigencia para relacionarte mejor contigo mismo, alineando tus necesidades, tus objetivos y tu autoestima. Reformula ciertos procesos emocionales para hacerte más sensible, consciente y responsable de ti mismo. Vas a conseguir más autocompasión, más tolerancia y más amor contigo. Sin duda, eso va a mejorar tu influencia hacia los demás, en el plano personal y profesional, lo cual te llevará a los resultados esperados.
Me dirijo a ti, sí, a ti, no mires a los lados. A partir de ahora di: “antes tenía una autoexigencia alta y una autoestima baja. Ahora que me quiero como me merezco, mi autoexigencia y mi autoestima están a la altura de mi persona”.
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