“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente”
Ludwig Wittgenstein
Paco Canovaca. Nadie vivirá tu vida, nadie elegirá tus palabras, nadie morirá tu muerte. La responsabilidad es sólo tuya.
Es interesante entender que las personas vivimos en las palabras que elegimos utilizar y que esa elección condiciona el pensamiento y la actitud ante la vida.
Por eso me atrevo a iniciar esta andadura de colaboración con Andalucía Buenas Noticias con un artículo que introduce la buena noticia de que, si cuidas tu lenguaje, tu lenguaje cuidará de ti. Con esta serie de artículos, mi intención es proponerte herramientas concretas y sencillas para que consigas “ese mundo mejor que tú buscas”.
Está demostrado científicamente que tu lenguaje crea tu realidad. Sí, has leído bien. Es tu lenguaje el que crea tu realidad. Los experimentos más recientes en neurociencia determinan que la manera en que te expresas modifica tu forma de pensar y, por tanto, tu percepción. En consecuencia, tu visión del mundo y el significado que le das a tu “realidad” se ven condicionadas.
Emociones y lenguaje
En este proceso interviene otra variable fundamental: la enorme plasticidad cerebral que “sufrimos”. Esta se ve influenciada por las emociones experimentadas y, además, resulta que estas mismas emociones quedan definidas precisamente por el lenguaje empleado.
En definitiva, si das por válida esta premisa que te propongo, te darás cuenta de que te merece la pena elegir un lenguaje positivo, orientando así tu estado emocional hacia emociones positivas y, a su vez, alimentando el uso de más palabras positivas.
El estudio de las monjas
Gracias a Luis Castellanos, autor del libro La Ciencia del Lenguaje Positivo (editorial Paidós – 2016), conocí un estudio publicado por David A. Snowdon en 2001 llamado “El estudio de las monjas”. Lo que en principio se diseñó para estudiar factores que influían en el riesgo de padecer ciertas enfermedades cerebrales acabó resultando una investigación sobre la calidad de vida de 678 monjas de un convento de Minnesota. Los resultados son más que curiosos y recurrentes: este estudio demuestra que las emociones positivas sentidas por estas monjas condicionaban su longevidad. Se analizaron los escritos y el lenguaje que empleaban las religiosas, descubriéndose una correlación entre su lenguaje positivo y sus años de vida. Las palabras que usaban extendían sus momentos de felicidad y se convertían en energía para cumplir muchos más años.
Por tanto, cuantas más palabras positivas expreses y vivas con intensidad, más longevo podrás llegar a ser. Resulta que, al sumar palabras con carga positiva, generas momentos de alegría y felicidad que se retroalimentan, y acabas provocando lo que Luis Castellanos define como “longevidad saludable”.
Entrenar el lenguaje
Lo mejor de toda esta historia es que tu lenguaje lo puedes moldear, lo puedes entrenar. Para ello, te propongo el método AEI. Este es un plan en 3 pasos para que “alargues tu vida” o, al menos, para que te generes emociones positivas desde tu propio lenguaje:
- Analiza tu lenguaje: toma consciencia de las palabras que usas. ¿Cuáles son las palabras que empleas de forma cotidiana? Estudia si son expresiones negativas, neutras o positivas (*).
- Entrena la opción de modificar tu lenguaje: elige las palabras adecuadas que te permitan acercarte a tu verdadera esencia y que narren la historia que tú has venido a narrar.
- Insiste en el uso de esas palabras: haz ejercicios de mantenimiento de esas expresiones que te benefician hasta llegar a crear un hábito ecológico. Es decir, genera hábitos que sean no solo buenos para ti sino también para tu entorno personal y profesional.
Recuerda que esas palabras positivas:
– Crearán tu historia
– Generarán confianza
– Te convertirán en un ser coherente, sincero y auténtico
– Te cuidarán y cuidarán a los demás
– Serán comprendidas y serán inspiradoras.
En definitiva, tus palabras van a crear vínculos con relaciones emocionales profundas y sanadoras. Tus palabras positivas te llevarán a proteger tu vida, tu energía, tu consciencia, tu tiempo y tu felicidad. Y, lo más alucinante, protegerán la vida, la energía, la consciencia, el tiempo y la felicidad de los que te rodean.
(*)
Expresiones negativas: Torpe, desastre, no sabes, no sirves, patético, no tienes valor…
Expresiones neutras: Todo normal, céntrate observa, descansa, respira, no hables…
Expresiones positivas: Tú puedes, muy bien, triunfarás, genial, eres grande, sigue así…
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