El conocimiento también desinfecta: claves para una higiene alimentaria segura
Cada año, 600 millones de personas enferman por consumir alimentos contaminados, y en muchos casos, los residuos químicos mal gestionados son parte del problema. En este contexto, una higiene eficaz en la industria alimentaria no depende solo de limpiar o desinfectar, sino de saber aplicar cada producto de forma correcta. Desde PAPELMATIC, con más de 60 años de experiencia en higiene, comparten las claves para hacerlo con seguridad, rigor técnico y conciencia
En la industria alimentaria, la limpieza y desinfección no son tareas auxiliares, sino procesos clave para garantizar la seguridad de los alimentos y proteger la salud de los consumidores. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, cada año 600 millones de personas enferman por ingerir alimentos contaminados y una parte de estos casos está relacionada con la presencia de residuos químicos. Sin embargo, gran parte de estos riesgos pueden prevenirse con una correcta elección de los productos necesarios y el conocimiento técnico en cuanto a su aplicación.
Cada superficie, utensilio o equipo de trabajo acumula residuos distintos: grasas, proteínas, minerales, restos orgánicos… Y cada tipo de suciedad requiere un tratamiento específico. Por eso, entender la diferencia entre un detergente, un desengrasante, un desinfectante o un limpiador ácido o alcalino no es un detalle menor, sino un factor decisivo para la eficacia del proceso y la seguridad.
El uso adecuado de los productos de limpieza es tan importante como su calidad. Aplicarlos de forma indiscriminada o en un orden incorrecto puede comprometer todo el sistema: desde dejar residuos que interfieren en la desinfección, hasta provocar un desgaste prematuro en los materiales o aumentar la presencia de bacterias resistentes. Incluso puede afectar directamente al bienestar del personal si no se tiene en cuenta su impacto sobre la salud.
De hecho, un detergente mal aplicado puede dejar restos que reduzcan la eficacia del desinfectante, y una desinfección sin una limpieza previa adecuada es, directamente, ineficaz. Comprender esta secuencia es fundamental para evitar errores que, aunque parezcan pequeños, pueden tener consecuencias significativas en todo el proceso productivo.
En algunos entornos de producción —especialmente en empresas medianas o pequeñas del sector cárnico— es habitual utilizar productos que combinan detergente y desinfectante en una sola fórmula. Esta solución «dos en uno» permite optimizar tiempos y reducir fases, algo especialmente valioso en industrias donde la eficiencia operativa es prioritaria.
Pau Fornt, director general de PAPELMATIC, empresa con más de 60 años de experiencia en higiene consciente y bienestar profesional, señala que el verdadero reto no siempre está en disponer de los productos adecuados, sino en saber utilizarlos con el conocimiento necesario. Muchas prácticas habituales se basan más en la repetición que en la comprensión, lo que puede derivar en errores críticos en un entorno tan sensible como el alimentario:
«La higiene en entornos alimentarios no puede abordarse desde la intuición o la costumbre. Requiere una mirada técnica, datos, y, sobre todo, conocimiento del entorno. Es fundamental que las decisiones se tomen sabiendo qué tipo de suciedad se quiere eliminar, cuál es el material que se limpia, qué impacto tiene cada fórmula sobre la salud del personal y qué protocolo garantiza resultados sin generar residuos ni riesgos. En este sentido, el sector necesita avanzar hacia una higiene más consciente: eficaz, sí, pero también segura, sostenible y alineada con las exigencias regulatorias y sociales. Y, para eso, contar con asesoramiento técnico especializado y las soluciones adecuadas no son un valor añadido, son una condición necesaria».
El equipo técnico de PAPELMATIC insiste en que el primer paso para una higiene eficaz es entender a fondo qué función cumple cada producto, cómo actúa sobre la suciedad y qué impacto puede tener su aplicación. Para ello, comparten algunos conceptos clave que podrían permitir a evitar errores: desde la diferencia entre detergente y desinfectante, hasta el papel que juega el pH, la identificación y elección del producto según la zona de trabajo o el valor añadido de las soluciones sostenibles con certificación ecológica.
Detergente vs. Desinfectante: dos funciones distintas, un mismo objetivo
Una de las confusiones más habituales en los procesos de higiene es la de asumir que limpiar y desinfectar son lo mismo. Pero lo cierto es que ambas funciones responden a necesidades diferentes y requieren soluciones específicas:
El detergente es el producto que se emplea para eliminar la suciedad visible, como grasa, restos de alimentos o partículas orgánicas. Su acción arrastra estos residuos para facilitar su retirada con agua.
El desinfectante, en cambio, no elimina la suciedad. Su función es inactivar microorganismos como bacterias, virus y hongos que pueden permanecer en la superficie una vez limpia.
Por tanto, aplicar un desinfectante sobre una superficie sin limpiar puede reducir su eficacia, ya que los residuos orgánicos pueden interferir en su acción. La secuencia correcta es primero detergente, luego desinfectante.
La importancia del pH y la naturaleza de la suciedad
Más allá de su función, otro criterio clave para seleccionar un producto químico de limpieza es su pH, ya que este determina su efectividad frente a diferentes tipos de residuos:
Los productos alcalinos (pH alto) deben emplearse para tratar la suciedad orgánica como grasas, aceites o proteínas. Se utilizan frecuentemente en industrias cárnicas, pesqueras o de procesado vegetal.
Los productos ácidos (pH bajo) se utilizan para eliminar residuos inorgánicos, como incrustaciones de cal o minerales. Son habituales en sectores como el lácteo o el embotellado.
Los productos neutros (pH cercano a 7) se reservan para limpiezas más delicadas o para materiales sensibles a agentes agresivos.
El conocimiento del tipo de suciedad predominante y de las características de las superficies a tratar es fundamental para asegurar una limpieza eficaz y evitar daños en los materiales.
Cada espacio, una solución específica
La eficacia de la higiene química no depende solo de la fórmula, sino también de su adecuación al uso. Cada zona de una instalación alimentaria, desde las áreas de preparación hasta las líneas de lavado o envasado, presenta requisitos distintos. Por eso, la solución debe responder a las características del espacio, el tipo de residuo y su nivel de exigencia higiénica.
Desengrasantes: formulaciones alcalinas para zonas con alta carga de grasa, como cocinas, superficies de manipulación y suelos.
Desincrustantes: soluciones ácidas específicas para eliminar cal, sarro o minerales incrustados en circuitos cerrados, maquinaria y espacios con agua caliente.
Limpiadores alimentarios: seguros para superficies en contacto directo con alimentos, siempre y cuando respeten los estándares de inocuidad y sean fáciles de aclarar.
Desinfectantes alimentarios: eficaces contra bacterias, virus y hongos, deben aplicarse siempre tras una limpieza previa adecuada.
Limpiadores lavavajillas: pensados para eliminar residuos orgánicos, grasas y restos de almidón en vajilla, menaje y utensilios en contacto con alimentos.
Además, es importante tener en cuenta que los productos desinfectantes utilizados en la industria alimentaria deben estar registrados y autorizados como biocidas de uso alimentario (HA) por el Ministerio de Sanidad, cumpliendo con los requisitos normativos para su aplicación en entornos sensibles. No todos los productos están habilitados para este tipo de uso, por lo que su correcta identificación y uso es esencial para garantizar la inocuidad.
Higiene sin dejar huella: el valor añadido de los productos sostenibles
El impacto ambiental de los productos de limpieza ha ganado protagonismo en la toma de decisiones de muchas compañías del sector alimentario. La preocupación por la sostenibilidad se traduce en una demanda creciente de productos que, además de eficaces, sean respetuosos con el medio ambiente y con las personas, tanto a nivel personal, como colectivo.
En este contexto, la Etiqueta Ecológica Europea (Ecolabel) se ha consolidado como uno de los principales referentes. Este distintivo certifica productos que cumplen criterios ambientales rigurosos, como la reducción de sustancias peligrosas, la biodegradabilidad de los componentes o la eficiencia en el uso de recursos.
Cabe destacar que, en el ámbito de la desinfección, la exigencia de eficacia frente a microorganismos patógenos limita la disponibilidad de productos con certificaciones ecológicas. No obstante, sí es posible encontrar principios activos más respetuosos o menos agresivos con el medio ambiente, lo que permite avanzar hacia prácticas más sostenibles sin comprometer la seguridad.
De hecho, hay más de 100.000 productos con certificación Ecolabel en el mercado europeo. Muchos de ellos corresponden a la categoría de limpieza profesional, lo que demuestra que el compromiso medioambiental no está reñido con la eficacia. Además, los productos con perfil ecológico suelen presentar una menor emisión de compuestos irritantes, lo que contribuye también al confort y la seguridad del personal. PAPELMATIC reafirma su compromiso con la sostenibilidad, ofreciendo soluciones que combinan eficacia y respeto al medio ambiente, reduciendo el impacto ecológico sin renunciar a la calidad.
Sobre PAPELMATIC
Fundada en 1965 en Barcelona por Pau Fornt Valls, PAPELMATIC es una empresa familiar con un profundo ADN papelero. Inicialmente especializada en el ‘converting’ de celulosa, la compañía ha diversificado su catálogo para ofrecer más de 1.500 soluciones de higiene consciente y bienestar profesional, adaptadas a las necesidades de diversos sectores e industrias.
Bajo el liderazgo de Pau Fornt Baldrich, perteneciente a la cuarta generación de una familia empresaria, PAPELMATIC mantiene un firme compromiso con la innovación tecnológica, la responsabilidad social y el respeto por el medio ambiente.
PAPELMATIC forma parte del GRUPO PAPELMATIC, junto con otras empresas familiares como Efebé y Aixa Converting. Con sede en Cornellá de Llobregat (Barcelona), actualmente emplea a 40 personas y opera en toda España a través de su equipo comercial y su canal de venta online.
Además, cuenta con presencia internacional mediante distribuidores globales que atienden a empresas multinacionales.
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