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Economía hoy: crisis, empleo y previsiones

Economía hoy: crisis, empleo y previsiones

La situación actual

La situación económica actual viene marcada por una serie de acontecimientos nacionales e internacionales que dificultan un análisis efectivo al cien por cien sobre la dirección en la que vamos este 2022. En primer lugar, los estragos de la pandemia del COVID-19 siguen patentes a pesar de que se esté dando un moderado crecimiento económico, sobre todo gracias a la distribución de vacunas y al general aumento de proyectos e inversiones a nivel mundial.

La verdad es que la pandemia ha empobrecido a muchas personas que requieren de liquidez para hacer frente a deudas o a los gastos cotidianos, con la necesidad de poder comparar de forma rápida y segura los mejores métodos para buscar dinero en línea. La crisis ha diezmado la actividad económica durante mucho tiempo, sin que podamos esperar un crecimiento progresivo y constante debido a la incertidumbre ante las nuevas cepas y continuas actualizaciones de las políticas reguladoras de la crisis sanitaria.

En segundo lugar, el encarecimiento de la energía con subidas históricas, y ahora, también del petróleo, la gasolina y el gasoil, no facilita en absoluto la recuperación. La luz sigue estando actualmente en precios muy altos. En cuanto al gas, nos lo encontramos en enero del 2022 con un precio del 95% por encima de cómo estaba hace un año. Son momentos difíciles, en los que muchas familias o empresas pueden requerir de ayudas no sólo institucionales para afrontar las condiciones actuales a través de préstamos con Asnef que puedan permitir una continuidad en su actividad económica.

Empleo

Estas últimas semanas hemos recibido los balances “positivos” en cuanto al importante descenso del paro en España, ya que en 2021 se crearon cerca de los 850.000 puestos de trabajo, lo que ha significado el mayor crecimiento desde el año 2005. Este incremento del empleo se ha ido produciendo de una forma homogénea en todas las comunidades autónomas, por lo que ha aumentado el índice de población activa general y descendido el número de hogares en que todos los miembros se encuentran desempleados.

Sin embargo, no podemos determinar esto como un signo determinante aún para la recuperación de la actividad normal que teníamos en pre-pandemia. Según la EPA, el número de horas que se trabaja ahora es menor a las que se trabajaban a finales de 2019, antes de la época vírica, por lo que nuestro mercado laboral dibuja aún un panorama precario. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo, ha corregido sus previsiones, determinando que el presente año podrá terminar con cerca de 206 millones de personas en situación de paro, lo cual significa 20 millones más que antes de la aparición del virus.

Aparentemente, el crecimiento en empleo esperado para este y el año que viene es de 1.000.000 de puestos de trabajo, centrándose sobre todo en el sector servicios, y en los casos de profesionales cualificados y personas con una alta formación. Además, en los sectores que se vieron más afectados durante la pandemia, como la hostelería, los transportes, comercios y actividades artísticas o culturales, parecen ser los que gozarán de un mayor crecimiento de ocupación en los próximos años.

La previsión internacional

La desigualdad de la reactivación de la economía es un factor real que será significativo a la hora de promover la mejora de las condiciones económicas a nivel global.

Parece que la OIT considera que Europa y el Pacífico podrán acercarse más a los objetivos de recuperación total del año 2023, por encima de Asia o América Latina, aunque sin duda, la situación de desorientación global hace que estemos continuamente a muy poco de enfrentarnos a nuevos y graves riesgos. Uno de ellos es la actual crisis entre Ucrania y Rusia, que, en materia económica, podría resultar un golpe en Europa. Si la UE y E.E.U.U. reaccionan con fuertes sanciones a la industria rusa, sin duda afectará a los flujos de materias primas, productos y servicios además de un aumento aún mayor de las energías, además de que Rusia podría responder reduciendo su producción de petróleo, lo cual dispararía su precio hasta los 100 o 150 dólares por barril.