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El lenguaje inclusivo, necesario para romper con la desigualdad de género

El lenguaje inclusivo, necesario para romper con la desigualdad de género

Ana Espejo. Hay serios cachondeos y chistecitos en cuanto al lenguaje inclusivo. Lo que no nos damos cuenta es que es parte del imaginario que somete y no ayuda al equilibrio entre géneros. Ciertamente no está siendo bienvenido ni en lo oral ni en el lenguaje escrito. Los números lo avalan así, aunque esto encierra no más que otro comportamiento que mantiene un statu quo que no está siendo positivo ni para hombres ni para mujeres.

Según un estudio del Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales (INSOD) de UADE:
• Sólo el 8% utiliza el lenguaje inclusivo de forma habitual.
• Sólo un 4% de quienes respondieron aseguran que usan «todos y todas» para referirse a un grupo de personas frente al 7% que se siente más cómodo usando «todos».
• 7 de cada 10 no ve necesario usar el lenguaje inclusivo dentro del ámbito del gobierno o la Universidad en sus comunicaciones oficiales.
• 8 de 10 se muestran también en contra de la obligatoriedad del uso del lenguaje inclusivo a nivel institucional, incluso de esos 8, 6 consideran que debería de prohibirse.

El lenguaje, nuestra forma de ver el mundo

El lenguaje crea un universo común. Una manera de ver el mundo. Un mundo que es cambiante. Guste más o menos. Un mundo donde la mujer va abriéndose parcelas, espacios donde antes no estaba ni invitada ni era bien recibida. Un mundo donde el interés de lo masculino ya no es del interés de todos los hombres ni de todas las mujeres que es lo que se entiende cuando sólo se usa un género para expresarse.

La Real Academia Española de la Lengua dejó clara su postura en cuanto al lenguaje inclusivo. En el “Libro de estilo de la lengua española, según la norma panhispánica», la máxima autoridad de la Lengua Española en su primer capítulo sentencio: que no es necesario hacer alusión a “todos y todas . Tampoco está de acuerdo con el uso de ‘x’, ‘@’ o ‘e’. El género masculino “puede abarcar el femenino en ciertos contexto». Todo se ciñe a lo «puramente gramatical» pero la lengua es vehículo de la realidad. La lengua está viva, al igual que una sociedad que muta.

Referentes femeninos y masculinos

Las continuas referencias masculinas en los libros de texto, por ejemplo, dan lugar a que las niñas no nos sintamos partícipes ni representantes de poder en esferas públicas, quedando relegadas a los espacios más privados. Si no se representa un lenguaje que nos referencie como personas iguales, muy difícilmente vamos a llegar a serlo. De la misma forma, si en la educación no sobresalen aquellas mujeres que fueron referentes y siguen quedando en el anonimato no vamos a poder vernos representadas en profesionales o ante situaciones que han sido reservadas para los hombres. No tenemos referencias de soldadas, muy pocas de políticas, reinas, conquistadoras, médicas, científicas, artistas… en comparación con las que tenemos con género masculino.

Un estudio que se publicó hace unos cinco años en El País donde se le preguntaba a chicos y chicas jóvenes a quién les gustaría parecerse, ningún chico, ni uno solo, escogió a una mujer como referente. Sin embargo, muchas chicas sí escogieron a hombres como ejemplos a seguir.

Yo creo que deberíamos, en pro de ambos géneros, revalorizar la figura de la mujer e impulsar un lenguaje que nos haga sentirnos parte de un mundo igualitario.