Ana Rodríguez. La adversidad es solo un punto de partida, una casilla de salida entre la etapa que se cierra y la que está a punto de iniciarse. Para Inés Torralba Arjona, una catalana de raíces andaluzas afincada en Córdoba, su vida actual comenzó hace 14 años, cuando, tras volver de unas vacaciones, le detectaron un problema irreversible en el nervio óptico. De un día para otro perdió el 90% de visión… Se había quedado ciega.
Inés, administrativa y abogada de profesión, tenía entonces 45 años y tres hijos, los más pequeños de dos y nueve años. Llevaba 15 ejerciendo de agente judicial en Badalona, pero la situación sobrevenida la incapacitó para realizar las funciones propias de su empleo. No sólo perdió la visión, también su carrera profesional se paralizó.
En aquel momento, pensó que un cambio de aires podría ayudarla, así que se mudó con su familia a Huelva, donde tenía unos amigos. Buscaba un ambiente más tranquilo, que le facilitara la adaptación a su nueva realidad, y creyó encontrarlo en el sur, en Andalucía, la tierra de su madre.
La escritura y ONCE
Inés se volcó entonces en el cuidado de los suyos, pero una mujer tan activa como ella necesitaba algo más… Fue entonces cuando se encontró con la escritura, una amiga en la que volcar su efervescente interior. Adaptó su ordenador poniendo pegatinas que agrandaban las letras y ampliando el tamaño de los caracteres del Word. Estas implementaciones, junto a sus gafas de aumento, le permitieron iniciarse en su ‘nuevo trabajo’.
En 2015, Inés alumbraba El petirrojo, una historia con la que ganó el XIII Premio de Relatos Cortos de la ONCE. El reconocimiento la afianzaba como autora e impulsaba a continuar con su labor redaccional.
Un año más tarde, al promocionar su marido, también funcionario de carrera, Torralba se instaló en Córdoba, donde vive gran parte de su familia. Se presentó al XVII Concurso Literario de la ONCE en Andalucía, ganando el primer premio en la categoría de microrrelatos con ‘África’. Un nuevo espaldarazo para la autora.
Intensificó entonces su relación con la Organización Nacional de Ciegos, de la que actualmente es afiliada y miembro de la comisión senior de la Unidad Progresista y colaboradora en el Plan ONCErca, en el marco del cual tiene asignados a otros afiliados a los que presta especial apoyo. «La ONCE me mantiene ocupada y me permite relacionarme con compañeros, aunque sea por Zoom. Me gusta hablar y esto me ayuda», reconoce Inés.
La novela que desapareció y luego se imprimió sola
El salto natural a la novela ha llegado este extraño 2021. «Me gusta ponerme pequeñas metas, retarme, y tras varios relatos cortos pensé ¿seré capaz de escribir una novela?«, recuerda Torralba. Y por supuesto fue capaz, elaboró un libro de 300 páginas que gustó mucho entre sus allegados y que presentó a varios certámenes… sin éxito.
Algo desanimada tras el escaso recorrido de aquella historia, Inés continuó con sus relatos cortos y microrrelatos, y su marido le creó cuentas en Facebook e Instagram para hacer llegar a más personas sus palabras.
Pero al poco, la autora empezó a dar forma a una novela policíaca, un género que la apasiona, y que decidió ambientar en dos provincias andaluzas que conoce bien: Huelva y Córdoba. Se gestaba El demonio que me acecha, un libro ‘milagro’ que estuvo a punto de no existir porque, mientras lo escribía, se ‘esfumó’ del ordenador.
«Me ha pasado de todo con esta novela. Como mi visión no es correcta, toco cosas en el ordenador que no debo… Llevaba más de medio libro cuando de repente desapareció de la pantalla. Mi marido trató de recuperarlo y no hubo manera. Pensé ‘esto es una señal del universo que me dice Inés, dedícate a los geranios», afirma divertida.
Tras unos días, encendieron la impresora para sacar un documento y, como por arte de magia, empezaron a imprimirse las 200 páginas de la novela, aunque el archivo contenedor de la misma jamás apareció. «A mi marido le tocó picar los 200 folios y luego ya seguí escribiendo hasta que la terminé», algo que ocurrió hace ahora dos meses y medio.
Publicación de El demonio que me acecha
Aunque le costó decidirse, al final Inés envió la novela a una editorial, Alféizar, que en dos semanas se puso en contacto con ella para firmar contrato porque el contenido les había convencido. «A partir de ahí todo ha sido una locura. Todavía estoy incrédula», reconoce la autora.
El demonio que me acecha es una trama ambientada en el municipio cordobés de Almodóvar del Río, donde una mujer asesinada y un joven, Luis, que ha intentado quitarse la vida, son hallados al mismo tiempo en el radio de un kilómetro. Una psiquiatra empieza a tratar al chico, atormentado por su pasado, y cuyo hermano gemelo, Lucas, es su peor pesadilla. A la par, una inspectora de la Guardia Civil trata de arrojar luz sobre la vinculación del suicida y el asesinato de la vecina cuca.
La novela, según Torralba, combina «elementos divertidos, emotivos, trágicos y sórdidos. Las relaciones entre personajes son complejas y sus pasados influyen. De ahí el título, El demonio que me acecha, no solo se refiere a una persona que intenta hacerte sufrir, sino también a los temores y traumas que tenemos y que nos hacen comportarnos de forma cruel, estúpida y que, a veces, condicionan nuestra vida. En la novela ha demonios de todo tipo».
Escribir y disfrutar de la vida
La primera novela de Inés Torralba -ya a la venta en Internet y algunas librerías de Córdoba como Luque o Cálamo- es la prueba fehaciente de que el interés y la voluntad son capaces de superar cualquier obstáculo.
A pesar de sus limitaciones visuales, que en los últimos tiempos se han complicado un poquito más con la aparición de otros problemas oculares como la miopía y la hipermetropía, Inés ha buscado alternativas para alcanzar la autorrealización. Quizá no en el plano que eligió al principio de su vida, antes del hecho adverso que desencadenó su nueva y actual etapa, pero ha sabido adaptarse a sus nuevas circunstancias y desarrollar nuevas facetas que quizás, su hubiese mantenido la visión, nunca habría explorado.
Hoy día, Inés sale a correr cada mañana a un parque cercano a su casa para hacer algo de deporte, disfruta de la sierra cordobesa los fines de semana, donde practica senderismo junto a su gran e incondicional apoyo, su esposo, y además de escribir lee muchísimo, tanto en formato audiolibro como en físico valiéndose de una lupa.
Y es que Inés, a sus 59 años, piensa seguir disfrutando de la vida «todo lo que pueda. Y seguir escribiendo que es lo que me gusta y me hace feliz».
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