AndalucíaBN. Este viernes, 30 de abril, se celebra el Día Internacional del Jazz, una fecha para recordar el poder de este estilo de música como herramienta para la «paz, el diálogo y la compresión mutua» según la Unesco.
Podemos hablar largo y tendido sobre los orígenes del jazz, su evolución, historia, figuras míticas… Pero en esta ocasión, vamos a contar una historia bastante curiosa que tiene al jazz como protagonista y que ocurrió a principios del siglo XX en Nueva Orleans.
El hachero de Nueva Orleans
En mayo de 1918, en esta ciudad del Estado de Luisiana, famosa por su gran vida nocturna y actuaciones musicales, empezaron a cometerse una serie de terribles crímenes. El autor de tan atroces sucesos, al que bautizaron como el ‘hachero o asesino del hacha de Nueva Orleans‘ aprovechaba la oscuridad de la noche para forzar la puerta trasera de los domicilios de sus víctimas y matarlas en sus camas mientras dormían. El hombre utilizaba un hacha o una navaja de afeitar -normalmente perteneciente a los propios damnificados- para acabar con la vida de sus víctimas.
Los crímenes eran por puro placer, pues nunca se llevó dinero, joyas u otros objetos de valor de las casas de las personas asesinadas. Asimismo, dejaba el arma en el mismo escenario. La mayoría de sus víctimas eran de origen italoestadounidense y especialmente mujeres, factores que dieron pie a diversas teorías sobre sus motivaciones para cometer los asesinatos. Lo cierto es que con seguridad nada se sabe sobre el hachero de Nueva Orleans, cuya identidad jamás se descubrió y que dejó de matar en octubre de 1919.
Un asesino amante del jazz
El 13 de marzo de 1919, los periódicos de Nueva Orleans publicaron una llamativa carta que habían recibido en sus redacciones. En teoría, la misiva tenía como autor al asesino en serie, quien anunciaba que su próximo crimen lo cometería a las 00.15 horas del día 19 de aquel mes.
Pero lo más curioso de aquella carta era que el hachero aseguraba que perdonaría la vida a quienes se encontraran en lugares donde sonara una banda de jazz. Por supuesto, el jazz no faltó aquella noche en ningún rincón del famoso estado de Luisiana… una noche en la que tampoco hubo asesinato.
Al parecer, algún alma salvó la vida gracias a la música y, muy probablemente, los vecinos de Nueva Orleans, tomando nota de los gustos musicales de su depredador, fomentarían y cultivarían en los meses sucesivos el jazz en sus salones y hogares, especialmente por las noches, para alejar el peligro.
De este modo nació la leyenda del asesino del hacha, un individuo que valoraba tanto el jazz como para perdonar la vida a sus víctimas.
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