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Marco Antonio, el ‘cura mago’ de Jerez que te monta una discoteca en la azotea

Marco Antonio, el 'cura mago' de Jerez que te monta una discoteca en la azotea

Ana Rodríguez. San Juan Bosco utilizaba la magia y los malabares para divertir y educar a los jóvenes, siendo por ello proclamado en 1953 patrono de los ilusionistas en España. Más de 130 años después de su muerte, su original manera de dirigirse a niños y adolescentes sigue calando en la juventud del siglo XXI. Si no, pueden preguntárselo al sacerdote salesiano Marco Antonio Martínez Moreno, un hombre de Dios que lleva años poniendo en práctica el ejemplo del fundador de su Congregación para acercar la Iglesia a los ciudadanos allá donde recala.

En los últimos meses, Marco Antonio ha vuelto a los medios de comunicación -protagonizando informaciones en programas como ‘Andalucía Directo’ de Canal Sur o ‘Zapeando’ de La Sexta– por efectuar trucos de magia durante sus misas. Botellas de vino que aparecen y desaparecen, flores que recobran su belleza cuando el cura las rocía con su ‘Agua de la vida’… son algunos de los números con los que sorprende a sus feligreses y que no han pasado inadvertidos para televisiones y prensa.

Pero no se dejen engañar por su faceta de ‘showman’, porque Marco Antonio lo que busca no es llamar la atención con sus peculiares iniciativas, es educar en valores utilizando como herramientas pedagógicas el humor, la música y la creatividad. Así que, más allá del ‘Cura mago’, como lo conocen muchos, hay un sacerdote que lleva su labor pastoral al plano más humano. Una forma de ser que encandila y engancha tanto a creyentes como a quienes no lo son.

Trayectoria

Marco Antonio es docente en el Colegio salesiano Lora Tamayo de Jerez y párroco de la iglesia María Auxiliadora de la localidad. Pero Martínez no es gaditano, nació en Sevilla, en el seno de una familia acomodada, y se reconoce bético de corazón. Podía haber tenido la vida resuelta y dedicarse al negocio familiar, pero con 19 años ingresó en los Salesianos, se licenció en Teología, Filosofía y Psicología y desde entonces ha ido allí donde se Congregación ha considerado que era más necesario. Tras pasar por las provincias de Cádiz, Badajoz, Sevilla y Granada, llegó a Huelva, donde hizo una labor encomiable en un barrio tan castigado como el de Torrejón.

En 2016 lo volvieron a cambiar de destino, instalándose en Jerez, donde sigue llevando a la práctica esas iniciativas que lo han hecho querido y respetado entre los más jóvenes y sus familias. Las más conocidas, como ya apuntamos, son las que despliega durante las celebraciones eucarísticas: trucos de magia; meter animales, como caballos o cabras, dentro de la parroquia cuando los textos de ese día hablan de ellos; pasear un teledirigido; soltar pájaros que sobrevuelan a los asistentes; bailes…

Como el mismo Marco Antonio admite «presentamos un rostro alegre y festivo de algo que debe serlo. Conectamos con muchas familias y hacemos que participen, vienen a preparar la misa una hora antes. Los niños traducen las lecturas de diversas maneras: unas veces hacemos un sorteo, otras bailes, proyectamos letras de canciones…   Tras la misa, antes del covid-19, salíamos al patio y seguíamos la fiesta. Los niños jugaban y sus padres hablaban de cómo estaban educando a sus hijos. Todos formamos una gran familia».

Discoteca en azotea para animar durante el confinamiento

Por otro lado, la pandemia no ha podido frenar la energía y solidaridad de este sacerdote para con sus feligreses. Así, durante el confinamiento, durante una hora cada día, Marco Antonio se subía a una azotea en uno de los barrios más desfavorecidos de Jerez, como es el de Icovesa, donde tiene sede su colegio, para arrancar una sonrisa a los vecinos.

«Empezábamos con un minuto de aplausos y luego una hora en la que hacíamos muchas cosas. Montamos una discoteca y dedicábamos canciones y saludos en función de las peticiones que nos llegaban por Whatsapp. También, en función de las solicitudes, llamábamos a la Policía o a otros colectivos y pedíamos su ayuda para cantarle el cumpleaños feliz a algún niño o felicitarle porque se le había caído un diente. También hacíamos oración por la noche, vigilias, rezábamos un ‘Ave María’ por los niños que no podían hacer la comunión o tirábamos arroz desde la azotea por los matrimonios…» recuerda el innovador sacerdote.

Una de las iniciativas que mejor acogida tuvieron fue el ‘Trivial – balcón‘, en el que, haciendo de nuevo uso de la megafonía, el cura lanzaba una pregunta y los vecinos respondían por redes sociales, teniendo premio los más rápidos.

Asimismo, Marco Antonio ofrecía la posibilidad de que las personas que quisieran rezar por algún familiar o amigo le mandaran su fotografía y él la presentaba ante la Virgen en su capilla. «Cada día recibíamos montones de fotos, de toda España y América Latina. Fue de lo más bonito que hicimos», destaca el religioso.

Asociación y Centro Juvenil Futuro Abierto 

En su día a día, además de a dar clases de Filosofía y Religión, Marco Antonio está muy volcado con la Asociación Futuro Abierto, un centro con 30 años de historia, dedicado a ofrecer un ocio alternativo a los más jóvenes de los barrios cercanos al colegio salesiano, tanto sin pertenecen a éste como si no. Competiciones deportivas, gymkanas, concurso en Tik Tok, juegos de mesa, juegos de patio, excursiones…

En total unos 100 voluntarios, formados como monitores de tiempo libre, movilizan a 600 personas entre jóvenes, padres y profesores, desarrollando actividades con un talante eminentemente educativo.

Proyecto Sin Techo

En el marco de la Asociación, hace cinco años, a los profesores del colegio Lora Tamayo se les ocurrió poner en marcha un proyecto para proteger a las personas que duermen en la calle antes el incremento del colectivo en Jerez. Desde entonces, los jueves de cada semana, grupos de voluntarios formados máximo por siete personas recorren las calles de la localidad jerezana para brindar apoyo a los sin techo. Bautizaron el proyecto como ‘Avanti’.

«El único requisito para participar es tener 18 años, porque es una experiencia dura. Conoces una realidad distinta de tu ciudad que te rompe los esquemas y prejuicios. Te encuentras catedráticos, gente con dinero que duerme en la calle», explica Marco Antonio.

Estos voluntarios ofrecen al colectivo homeless comida, sacos de dormir, mantas… pero también los escuchan, les ayudan a conseguir asesoramiento legal o psicológico y hasta se convierten en mediadores con sus familias.

Estas iniciativas son solo algunos ejemplos de la labor que Marco Antonio y la Comunidad Salesiana de Jerez de la Frontera realizan. «Desde la sencillez, el humor y la alegría se contagia mucho más. El estilo salesiano contagia, no sólo el covid-19, y hace que la gente se involucre», apostilla el sacerdote.

Y es que, como concluye el sevillano, «en el siglo XXI el trabajo con jóvenes requiere hacer otras cosas. Jesús utilizaba en su época las parábolas para conectar con las personas y acercarlas a Dios. Nosotros utilizamos también las herramientas que tenemos a nuestro alcance para conseguir que la homilía se entienda y conecte con la gente».